Pirandello e Unamuno a través del espejo  
Máster Periodismo – Matteo Bacigalupi 
 
Introducción 
Dos hombres, dos entre los mayores autores del primer novecientos, uno de ellos premio 
nobel por la literatura, el otro uno de los escritores hispano hablantes más conocido, en 
común el contexto histórico,  lecturas similares, pasión por la cultura alemana y la pasión 
por desvelar los instintos que dominan el hombre. 
 
El hombre es el centro del interés que ha movido y empujado estos dos hombres a mover 
los bolígrafos y a enfrentarse a la composición de obras finalizadas a descubrir lo que 
está detrás del comportamiento humano. 
 
Diciendo así podría parecer que en lugar de dos artistas de literatura estemos hablando 
de dos biólogos,  dos psicoanalistas o sociólogos o filósofos o antropólogos y quizás no 
vengan definidos así sencillamente por falta de método científico empleado., sin embargo 
ambos gran observadores y increíbles descriptores de lo que veían en sus alrededores. 
 
Los  “fantasmas” ( para robar una expresión al escritor italiano) que habitan sus cabezas 
les empujaron a escribir algunas de las obras más geniales y importantes de la historia 
de la literatura mundial, y el éxito los logró alcanzar aún en vida. 
 
Después de una primera y superficial vista sobre las obras de los dos autores, podría 
parecer que los dos tengan muy pocas cosas en común, por ejemplo, los dos 
testamentos filosóficos: el sentimiento trágico de la vida por parte de Unamuno y el 
humorismo por parte de Pirandello ya nos podrían llevar a pensar a dos mentes que 
viven a los antípodas.  
 
Trágico  y Humor dos palabras con significados muy lejanos, trágica la situación del 
hombre para Unamuno y Humor como pasaje necesario para poder entrever y meditar 
sobre la natura de los hombre  averiguando lo contradictorio y surrealista que es la vida.
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La primera vez que oí hablar de Pirandello tenía yo más o menos unos 10 años. Estaba 
en casa buscando entre cosas viejas que mi madre solía conservar en un cuarto para 
poco a poco olvidarse de ellas y de repente un libro capturó mi atención, ese libro era 
Uno nessuno e centomila. Entonces la primera cosa que me impresionó fue la ilustración 
de primera página, un cuadro de René Magritte, Décalcomanie (muchas veces utilizado 
para ilustrar libros y obras de Pirandello por su afinidad en acercarse a temas de realidad 
y conciencia de realidad) y recuerdo que esa imagen cautivó mi atención, y aunque no 
entendí el libro lo llevé conmigo y empecé a leerlo. 
 
En Italia Pirandello se empieza a estudiar en la escuela media, con 13/14 años aunque 
de manera relativamente superficial, dada la dificultad a comprender  temas bastantes 
filosófico, y con más atención en los diferentes niveles comunicativos presentes en la 
historia respecto a  los significados  intrínsecos que existen en su literatura. 
 
Luego, con el pasar de los años, llegué a estudiar Pirandello de una manera más 
profunda y más cerebral; empecé a distinguir el genio tras las líneas de sus libros y  a 
descubrir un mundo que hasta entonces para mí era algo incomprensible.  
 
Lo que Pirandello cuenta son historias de personas, son situaciones de personas y, 
sobretodo, sentimientos de personas que encuentran problemas para relacionarse con 
los demás que les rodean. Plantean situaciones psicológicas muy complejas, o como 
diría hoy un médico psiquiatra, esquizofrénicas tal vez. Pirandello intenta conseguir que 
aquellos “enfermos” sean vistos de manera diferente, desde un punto de vista 
diametralmente opuesto, no como marginados, sino perfectamente naturales hasta, 
incluso, volcando la situación hasta llegar a ver a los “sanos”  como marginados de la 
vida. 
 
En la composición de este trabajo recibí la sugerencia de mi profesora porque no 
conociendo mucho la literatura española, estaba buscando un autor que pudiera ser 
comparado  con Pirandello por temática. Fue entonces que conocí a Unamuno y  
después de leer Niebla y me di cuenta de que la conexión entre los dos autores podía ser
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muy fuerte. 
 
Me puse a leer muchos libros del escritor de Bilbao buscando temáticas en común con 
Pirandello cuya bibliografía es  increíblemente amplia y alberga muchísimos puntos de  
reflexión y decidí escoger algunos temas en los cuales los dos autores me parecen 
particularmente parecidos. 
 
Decidí entonces de titular mi trabajo Pirandello y Unamuno a través del espejo porque 
veo en el espejo la síntesis del símbolo del desdoblamiento, entendido no solo como 
repetición sino también como creación de una realidad paralela en la cual parecen vivir 
nuestros dos autores, como si por un extraño hechizo mágico, en dos lugares distintos 
del mundo, dos hombres con la mismas ideas, hubiesen decidido dedicarse al arte del 
contar lo que sus mentes visionarias y proyectadas en el futuro veían. 
 
La decisión de hacer este trabajo viene de la falta de documentación sobre las 
conexiones entre dos autores que, a mi ver,  tienen algo más en común que sólo una 
sencilla analogía de contenidos, por ejemplo la increíble similitud de la concepción del 
personaje. 
 
La más genial  y brillante idea que ambos comparten ha sido sin duda la intuición de 
tratar el personaje por lo que es, un personaje., un ente de ficción desvinculado y al 
mismo tiempo esclavo de su autor, con vida propia y al mismo tiempo dependiente del 
autor. 
 
Las similitudes sin embargo no se quedan en la concepción del personaje, sino también 
en otros importantes conceptos como la controvertida relación entre realidad y ficción, la 
incapacidad de los hombres de tener una comunicación profundamente verdadera entre 
ellos, la concepción de la imposibilidad a lograr la verdad absoluta, la concepción de la 
religión, el relativismo social y la supremacía de la substancia respecto a la forma
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La apasionada lectura de ambos me ha llevado a aumentar mi interés por el argumento  y 
a poder observar profundamente las reales  analogías entre las experiencias  artísticas y 
biográficas de los dos. 
 
También el curso de la vida de estos escritores merece la pena de ser paragonado, 
Unamuno y Pirandello nacieron a tres años el uno de el otro (1864 -  1867) y murieron en 
el mismo año el 1936. 
 
Ambos se dedicaron a estudios filológicos, la tesis del Italiano, defendida a Bonn fue 
titualda : “Suoni e sviluppi di suoni della parlata di 
 Girgenti 
 “ (Sonidos y desarrollo de la manera de hablar en Girgenti) ; mientras Unamuno escribió 
sobre : “Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca.”  
 
Ambos dedicaron sus vida , a parte escribir, a la enseñanza universitaria y espaciaron 
entre todos los géneros literarios existentes. 
 
A parte de la afición literaria y de estilo, los dos compartieron también algo trágico en sus 
vidas: si Pirandello conoció la locura a través de la experiencia directa con su mujer, 
Unamuno se enfrentó a la prematura muerte de su tercer hijo a causa de un ataque de 
meningitis acompañado de hidrocefalia. 
 
Actualmente en Italia no existe una gran literatura sobre el asunto, aunque a nivel escolar 
y universitario he encontrado, a lo largo de esta experiencia, un discreto numero de 
artículos sobre temas específicos come el lenguaje, la poética, el estilo o tal vez el 
contenido. 
 
Lo que falta es una análisis de la profunda similitud filosófica y existencial que corre entre 
los dos así que este trabajo se propone el objetivo de sacar alguna de las similitudes que
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existen a nivel de contenidos expresos a través de las palabras escritas. 
 
Quizás hiciera falta un estudio mucho más amplio, quizás esto sea un buen punto de 
salida para ampliar y profundizar este campo de investigación que falta de 
documentación uniforme y compleja. 
A lo largo de mi investigación me he dado cuenta que también en España hay una 
considerable falta de estudios sobre la particular relación entre Unamuno y Pirandello. 
 
Este trabajo es entonces una pequeña ventana que se abre a querer direccionar la 
mirada de algún investigador literario a interesarse al asunto y capaz de desvelar el 
misterio de la increíble afinidad de pensamiento entre Pirandello y Unamuno que a mí 
personalmente ha impresionado mucho. 
 
De hecho el primer a sentirse fascinado por las temáticas en común, es el mismo 
Unamuno que cuenta y describe la afinidad de sus ideas con los sentimientos de escritor 
italiano y lo hace escribiendo una  carta abierta titulada Pirandello y Yo, explicando lo que 
lo une a Pirandello
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Pirandello y yo. 
 
Es un fenómeno curioso y que se ha dado muchas veces en la historia de la literatura, 
del arte, de la ciencia o de la filosofía, el que dos espíritus, sin conocerse ni conocer sus 
sendas obras, sin ponerse en relación el uno con el otro, hayan perseguido un mismo 
camino y hayan tramado análogas concepciones o llegado a los mismos resultados. 
Diríase que es algo que flota en el ambiente. 0 mejor, algo que late en las profundidades 
de la historia y que busca quien lo revele. 
 
Digo esto a propósito del sentido de la obra del escritor siciliano Luis Pirandello, que lleva 
en Roma, y escribiendo, casi el mismo tiempo que yo aquí, en Salamanca y que empieza 
a ser conocido y celebrado fuera de Italia después de haber alcanzado en ella una tardía 
fama. Yo, que soy curioso y diligente observador de la vida italiana, no sabía nada de é1 
hasta hace muy poco, menos de un año. Cuando en 1917 estuve en Italia, nadie me 
habló de él. Y si ahora me he fijado en él y en su obra -que todavía conozco muy mal, 
muy fragmentariamente y sobre todo de referencias-, débase a que le veo citar en Italia al 
lado de mi nombre. EI éxito, para mí mismo imprevisto –estoy haciendo historia con la 
mayor objetividad posible- que mi obra literaria ha tenido en Italia, éxito mayor que el que 
tiene en los países de lengua española, es el que me ha llevado al conocimiento de 
Pirandello, cuyo nombre tan a menudo asocian con el mío los críticos italianos. Y de 
hecho, en lo poco que hasta ahora conozco del escritor siciliano, he visto como en un 
espejo, muchos de mis propios más íntimos procederse y más de una vez me he dicho 
leyéndole: <<¡ lo mismo habría dicho yo!>> Y estoy casi seguro de que así como yo nada 
conocía de Pirandello ,él, Pirandello no conocía lo mío. 
 
Se siente su originalidad, y es precisamente por sentirle original por lo que me reconozco 
en él. Un escritor no se reconoce nunca en una imitación, por hábilmente hecha que esté 
. Hay un ingenio, un X, un yo más profundo que mi yo empírico o fisiológico y que el yo
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empírico y el yo fisiológico del escritor Pirandello, que ha buscado ingenio en él y en mí, 
un Yo X, que diría Silvio Tissi, otro escritor italiano.  
 
Y esta distinción entre el yo empírico o fisiológico y el yo trascendente – acaso inmanente 
–o histórico es lo que emparenta nuestras sendas obras, la de Pirandello y la mía. La 
primera vez que vi citado a Pirandello fue en una excelente crítica de la traducción 
italiana de mi novela Niebla, que allí, en Italia, no pareció ni tan extraña ni tan enigmática 
como aquí ha parecido. Aquellas angustias de mi Augusto Pérez -¿no más bien yo de 
él?- al ver que le negaba yo, su presunto autor, existencia real e independiente, y sus 
esfuerzos por sobrevivir, los vi comentados en relación con ideas de Pirandello, que 
constituyen toda una filosofía estética. No faltaba, por supuesto, el inevitable calificativo 
de paradoja. Porque eso de que digamos, y muy en serio, con seriedad humorística – 
que es la más seria de todas – que Don Quijote y Sancho tienen más realidad histórica 
que Cervantes, y que no es Shakespeare el que creó a Macbeth y Hamlet y el rey Lear y 
Falstaff y Otelo …, sino éstos a él, todo esto no parece que les cabe en la cabeza a los 
que han estudiado historia sin pizca de sentido histórico. Y esto les sucede a los más de 
los historiadores. 
 
Otra de las concepciones que ese yo incógnito sembró en Pirandello y en mí fue el modo 
de ver y desarrollar las personalidades históricas – o sea de ficción – en flujo vivo de 
contradicciones, como una serie de yos, como un río espiritual. Todo lo contrario de lo 
que en la dramaturgia tradicional se llama un carácter. "No logro definir a usted", me dijo 
una vez un teólogo. Y le contesté:“Afortunadamente para mí, pues si usted u otro lograra 
definirme, es que me habría muerto yo ya”. 
 
Dice Pirandello: “Un ser que nace de esta facultad creadora que reside en el espíritu 
humano está destinado por naturaleza, a una vida superior que le falta al mortal ordinario 
nacido del seno de mujer. Cuando se nace personaje, cuando se tiene la dicha de nacer 
personaje vivo, se ríe uno de la muerte ¡no se puede ya morir! El artista, el escritor, el 
mezquino instrumento de esta creación morirá, enhorabuena; pero su criatura no muere 
ya. Y para vivir inmortal no tiene que tener dotes extraordinarias o llevar a cabo prodigios.
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Decidme quiénes eran Sancho Panza o Don Abbondio. Y, sin embargo, son eternos por 
qués, carmenes vivos, tuvieron la dicha de encontrar una matriz fecunda, una 
imaginación para educarlos y nutrirlos “.  
 
En Pirandello otra expresión que me parece característica, y es la de que esos seres 
históricos que los hombres empíricos y fisiológicos llaman de ficción son acaso menos 
reales, pero más verdaderos! ¿Y qué es realidad? ¿Qué es verdad? ¿Hay una realidad 
no verdadera? ¿Hay una verdad no real? Es todo el problema del arte y todo el problema 
de la filosofía. Es el problema de la historia. ¿Problema de la historia? La historia no tiene 
problema. Es la historia misma la que es un problema que se está de continuo 
desarrollando, resolviéndose a cada momento y en el momento en que se resuelve y por 
resolverse, volviéndose a plantear. Y el problema de la historia es más el de la verdad 
que el de la realidad. 
 
“Realidad” deriva de “real” y “real” de res, cosa. Suele contraponerse a lo real lo ideal y a 
la realidad la idealidad. ¿Pero es que las ideas no son tan verdaderas como lo que 
llamamos cosas? Más verdaderas por ser más duraderas. Y aun la verdad de las cosas 
está en su idealidad. 
 
No son las historias más verdaderas las más pintorescas, las más exornadas con esos 
atavíos externos de circunstancias pasajeras, aquellas en que más se derrocha lo que 
suele llamarse ambiente de lugar y de tiempo. Toda obra de arte viva y duradera, 
verdadera, aunque no se consignen en ella particularmente geográficas y cronológicas, 
aunque no se describan gestos ni trajes ni maneras, tiene la profunda realidad del lugar y 
el tiempo en que fue engendrada. Tundidores, que desdeñaba lo pintoresco de 
Herodiano, tenía conciencia de escribir su historia para siempre, y hay que leer en el 
prólogo de la Historia de los movimientos, separación y guerra de Cataluña en tiempo de 
Felipe IV, lo que su autor don Francisco Manuel de Celo, el portugués clásico en el 
manejo del castellano, nos dice de lo pintoresco en la historia. He leído que los más de 
los relatos y cuentos de Pirandello son cortos y esqueléticos, concebidos y ejecutados 
como dramas, con el menor número de acotaciones y de modo que se les vea vivir, es
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decir, cambiar y contradecirse, y desarrollarse a los personajes, que son un haz de yos 
cada uno de ellos. No he podido aún comprobar este informe lo bastante, más por lo 
poco que de Pirandello he podido leer hasta hoy, lo he visto confirmado. Y en eso poco 
he encontrado más verdad, más honda verdad humana que en los más de los cuentos y 
de las novelas que pasan por realistas. 
 
Allá en mi mocedad, cuando tenía treinta y tres años, publiqué una novela histórica, Paz 
en la guerra, que va a reeditarse, y cuyo fondo es la guerra carlista de 1872 a 1876. 
Aquella novela está cargada de menudos detalles de lugar y de tiempo, todos ellos 
compulsados cuidadosamente, y el relato del bombardeo de Bilbao en 1874 puede pasar 
por una crudelísima narración de cronista. Pero creo ,sin embargo ,que no hay allí más 
verdad que en mi ya citada novela Niebla o en las que componen mis tres novelas 
ejemplares y un prólogo. El Alejando Pómez de Nada menos que todo un hombre, una de 
esas tres novelas, me parece más verdadero que el protagonista de mi Paz en la guerra . 
Aunque en rigor no lo tiene o es el pueblo todo. 
 
Todos los héroes de lo que llamamos ficción, todos los hombres arquetipos y creadores 
- nadie crea más que un héroe de ficción – viven no por lo que se llama el realismo . A 
Don Juan Tenorio, por ejemplo, sería lo mismo vestirle con otro traje y ponerle en otro 
lugar y en otro tiempo en el que le pusieron Tirso De Colina o Don Osé Morrilla. He leído 
que a Hamlet le han representado en el Japón vestido de japonés y en el ámbito 
japonés. Han hecho bien. Era el modo de salvar su verdad, esa verdad que se ahoga en 
el realismo. 
Unamuno,   
Salamanca, junio de 1923. 
1
 
                                                 
1  Publicado en La nación, Buenos aires, 15 de julio ,1923
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1.Los dos autores
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1.1  Luigi Pirandello. 
“…Cuando un hombre vive, vive y no se ve vivir. 
Ahora bien, colocad un espejo ante él y  
haced que se vea a sí mismo en el acto de vivir y,  
conmovido por sus pasiones, 
 o se quedará atónito y sin habla ante su propio aspecto, 
 o apartará la vista para no verse,  
o escupiendo con repugnancia a su propia imagen cerrará el puño  
como si fuese a golpearla; y, si ha llorado, ya no podrá seguir llorando; 
 y si reía, ya no podrá seguir riendo, y así sucesivamente. 
En una palabra, se producirá una crisis… 
Esa crisis es mi teatro” 
2
 
 
Luigi Pirandello nace en Girgenti (ahora Agrigento) en una zona llamada „Caos‟, el 28 de 
junio del 1867.  
 
El padre, Stefano, viene de una rica familia de comerciantes de azufre a cuyos negocios 
se dedica. La madre, Caterina Ricci Gramitto es de familia acomodada, de la burguesía 
profesional de Agrigento. Ambas las familias participan activamente a las luchas del 
resurgimiento anti-borbónico.  
 
El padre fue protagonista en la expedición “dei mille” di Giuseppe Garibaldi que se 
proponía la anexión del reino de Sicilia al futuro „Reino de Italia‟. La madre fue obligada a 
seguir al padre exiliado a Malta por los Borbones.  
Fueron sobre todo los sentimientos de la madre, en un primer momento ilusionada por la 
revolución, los que pusieron el joven Pirandello frente al amargo sabor de la derrota, 
enfrentamiento que muy probablemente impulsó la escritura de su novela I vecchi e i 
                                                 
2. 2 Luigi Pirandello, Sei personaggi in cerca di autore, (1978) pág. 163