Premisa
2
la luz vence la lucha contra las sombras de la noche. La condición de
oscuridad entonces obliga a observar el cosmos por medio de sentidos
diferentes de la vista, que solo puede relevar formas superficiales y
colores. El cuerpo con todos sus sentidos se queda dormido y en este
momento el alma se siente libre para empezar su viaje. El alma posee en
efecto la “visión intelectual” de la imaginativa que le permite ver aunque
no haya luz y, no simplemente la superficie de las cosas, sino su esencia.
También el viaje de los ojos del intelecto termina con la perdida de la vista.
El sujeto entonces se queda sin vista dos veces: cuando triunfan las
sombras de la noche sobre la luz y debido a la excesiva luminosidad que
los ojos del intelecto tienen que aguantar intentando conocer el cosmos en
su conjunto.
El Sueño se desarrolla de manera incesante, por esto mostrando un carácter
muy parecido al de los normales sueños nocturnos: sin etapas establecidas
ni objetivos determinados, en consecuencia ha sido muy difícil realizar
una subdivisión en partes fijas de los 975 versos que componen el poema.
Los estudiosos que han intentado lograr este objetivo, han propuesto
diferentes posibilidades; quizá la más interesante es la que encontramos
en la obra de Paz
2
.
El escritor mexicano plantea una subdivisión en 3 partes:
y El dormir
y El viaje
y El despertar
2
O. Paz, Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, Seix Barral, Biblioteca Breve,
(1998), pp. 483/484;
Premisa
3
A su vez en cada parte pueden ser individuadas diferentes
argumentaciones:
1. El dormir:
a. El dormir del cosmos;
b. El dormir del cuerpo;
2. El viaje:
a. La visión;
b. Las categorías;
c. Faetón;
3. El despertar:
a. El despertar del cuerpo;
b. El despertar del mundo;
Según este importante estudioso de la monja existe una correspondencia,
o mejor, una simetría entre las partes así individuadas: por ejemplo entre
el dormir y el despertarse del cosmos; así como entre el dormir y el
despertar del cuerpo. En el interior de esta figura dibujada por las
diferentes correspondencias (que Paz compara a un reloj de arena) vemos
el triangulo realizado por el alma durante de su viaje: ascensión y visión;
caída; tentativa de escalar la pirámide del conocimiento escalón detrás
escalón hacia la cumbre; dudas y desfallecimiento de su objetivo.
Según estudiosos de la obra capital de la mujer mexicana, por esta doble
tentativa de lograr su objetivo, el poema cuenta dos fracasos. En realidad
también la segunda vez el alma no llega a comprender todo lo creado
porque llega la luz del día a despertar el cuerpo y el cosmos en su
conjunto imponiendo así la terminación del viaje.
Sor Juana Inés de la Cruz: la mujer y la monja
4
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ: LA MUJER Y
LA MONJA
“No es fácil estudiarla sin enamorarse de ella”
3
dijo A. Reyes de Sor Juana
Inés de la Cruz, mejor poetisa de hispano-América del siglo XVII.
Sor Juana provoca admiración y tal vez miedo, de niña así como de
adolescente, como mujer de corte así como mujer de Iglesia y de letras. Es
en efecto una mujer que traspasa las convenciones y las expectativas
impuestas por la sociedad con conciencia y orgullo y además lo publica a
los cuatros vientos con una finura y destreza difícilmente superables. Tres
siglos después, afirma Mónica Mansour, quizá sigue provocando el mismo
miedo y la misma admiración.
4
Esta personalidad, tan compleja como
enigmática, ha interesado y sigue interesando numerosos estudiosos que
intentan contestar a las preguntas que rodean su vida, comprender en
profundidad su personalidad, así como las elecciones que determinan el
curso de su existencia y relacionarlas a la sociedad en que vivió. Es un
personaje dotado de gran fascino porque es increíble o inaceptable que, en
una sociedad que considera la cultura patrimonio exclusivamente
masculino, una mujer y además una monja, se atreve a contradecir los
juicios de uno de los mayores predicadores de Europa (Padre Viera) y
manifieste los primeros elementos de la modernidad.
3
A. Reyes , Letras de la Nueva España, Obras Completas, XII, México, Fondo de cultura
económica, (1960), pp. 363;
4
M. Mansour, Sor Juana ante el discurso paradójico: un ejemplo contemporáneo, en “Boletito
Editorial Colegio de México” LIII, (Feb.1994);
Sor Juana Inés de la Cruz: la mujer y la monja
5
Juana nace y transcurre su infancia en San Miguel de Nepantla, un
pequeño pueblo mexicano cerca de dos volcanes, con madre criolla y
padre español. Resulta ser una niña precoz en sus estudios, aprende a leer
muy pronto y, gracias a la riqueza de la biblioteca de su abuelo materno
puede seguir estudiando como autodidacta. Se traslada en Ciudad de
México y a los 14 años la encontramos haciendo parte de la corte de la
Virreina Marquesa de Mancera, como dama de honor. Vive estos años
entre los encuentros, las fiestas y las reuniones de palacio, y es muy
apreciada por su belleza así como por su inteligencia y su saber en una
edad en que parece apenas haya tenido tiempo para aprender a hablar.
En 1669 entra en el convento de San Jerónimo fuerte del apoyo de los
virreyes y del sostén espiritual de su confesor: Padre Núñez de Miranda.
Decisión muy discutida por los estudiosos: hay quien afirma que no ha
sido la vocación a llevarla hasta allí, sino su total negación por el
matrimonio y las condiciones de vida que impone: no le hubieran
permitido seguir estudiando. Se imagina por otro lado, que en la corte
haya vivido algunos amores pero no tiene las condiciones económicas
favorables para organizar un matrimonio. Además no es pensable en su
época que una mujer pueda vivir sola. Juana misma se da cuenta que la
del convento queda su única posibilidad.
Desde el convento da muestra de su cultura, de su atrevimiento, de ser
una buena monja, pero lo que verdaderamente le interesa es el saber más
que su propia salvación y de su deseo de defender los derechos de las
mujeres. Al final de su vida se encuentra otra vez sola, sin la protección de
los virreyes ni el apoyo de su confesor que, como monja, hasta entonces ha
tenido. Lo único que puede hacer es cerrarse en el silencio, así como hace.
Sor Juana Inés de la Cruz: la mujer y la monja
6
En los últimos años de su vida Juana se dedica cumplidamente a la
asistencia de sus hermanas: en esta temporada llega a Nueva España la
epidemia de peste. Al poco tiempo también ella se queda enferma y fallece
muy tempranamente en 1695.
Para entender en profundidad la vida, así como la personalidad de esta
mujer hay que comprender también lo que es Nueva España en los años
de su vida. Lo que define una sociedad no es solo su relación con el futuro,
porque también la con el pasado tiene su importancia: el reino de Nueva
España es seguramente el resultado de la negación de la sociedad indio;
pero al mismo tiempo en ella se encuentran trazas de las antiguas
poblaciones mesoamericanas. Antes de la Conquista española la población
Mesoamericana está dividida entre nómadas y sedentarios. Sus últimos
siglos de historia se fundan en el encuentro entre los reinos ya formados y
las poblaciones que por ultimas se establecen en la valle del México es
decir la que fundará el reino Azteca.
Cuando Cortés llega, halla un conjunto de pueblos, naciones, sociedades y
culturas distintas pero con una sorprendente homogeneidad por lo menos
en los rasgos más característicos. Su acción sobre estas sociedades puede
ser sintetizada como: conquista y evangelización. En efecto el
conquistador español se diferencia de los otros porque su objetivo no es
huir de la ortodoxia sino extender su religión convirtiendo a los indios.
Si hasta el siglo XVI la política religiosa española está finalizada a la
eliminación de cada creencia y cada ídolo indio; desde el XVII la tendencia
es diferente: se empieza a buscar un puente de conexión entre el mundo
indígena y el cristiano. En esta tendencia consiste lo que ha sido definido
“sincretismo religioso” de los Jesuitas del siglo XVII. La fuente del
sincretismo se encuentra en el hermetismo neoplatónico renacentista;
movimiento impregnado de filosofía antigua y racionalismo; de magia y
ciencia. Entre sus componentes intelectuales y afectivos hay las doctrinas
Sor Juana Inés de la Cruz: la mujer y la monja
7
del Corpus Hermeticum que representa el conjunto de revelaciones y
discursos de Hermes Trismegisto: una figura fabulosa que se cree anterior
a Platón. Según algunos padres de la Iglesia el mismo Platón se inspiró en
el Corpus Hermeticum. Para el Sincretismo jesuita el Egipto con su
profeta: Hermes Trismegisto, representa el puente que une la religión
católica con todas las otras.
Así como afirma Paz, a nivel social Nueva España se funda como
armónica y jerárquica convivencia de diferentes naciones y razas; por lo
que atañe la esfera espiritual, se organiza como identidad última entre
razón y fe (en efecto la superioridad del catolicismo frente a las antiguas
religiones indias reside en la racionalidad); mientras a nivel intelectual
vive una condición peculiar que D. Puccini
5
ha descrito de manera eficaz.
El estudioso italiano afirma que el intelectual mexicano del siglo XVII, está
constreñido por una ortodoxia de tipo contrarreformista y una sociedad
cortesana, que es heterogénea pero tiene escasa posibilidad de
participación a la vida cívica y cultural. Ya después de la conquista militar
el primero y principal factor de la vida cultural de Nueva España es la
Iglesia que tiene tarea de organizar la instrucción (desde las elementares
hasta la universidad) de evangelizar a los Indios, y está empeñada en
actividades como la de introducir nuevos tipos de cultivos en la
agricultura, realizar estudios lingüísticos, históricos, etnográficos, médicos
y sociales. Es entonces la Iglesia que determina la condición de los
intelectuales de Nueva España: no existen ni carrera de milicia, ni
diplomacia, ni tampoco política en la colonia; quedan tan solo los Foros y
la Iglesia. El foro ofrece pocos puestos de honra y provecho, mientras la
Iglesia abre las puertas de par en par que hacen estimar la carrera religiosa
como la más segura y honrosa. Por esto los criollos se dan al estudio de las
ciencias eclesiásticas.
5
D. Puccini, Una mujer en soledad. Sor Juana Inés de la Cruz, una excepción en la cultura y
literatura barroca, Salamanca, Grupo Anaya, S. A., (1996), pp.49;
Sor Juana Inés de la Cruz: la mujer y la monja
8
Otro aspecto de relieve es la ausencia de asamblea deliberante o
periodismo que hace del pulpito el mejor sitio para lucirse, visto el amplio
teatro de que dispone y la variedad de utentes. Por lo que se refiere a la
enseñanza, se puede afirmar que casi toda es neo-escolástica, teológica:
conforme a la ideología de la Contrarreforma católica. Entonces es
evidente como, en un panorama de imposición de la ideología
contrarreformista por medio de la Iglesia y de concretas prohibiciones del
Santo Oficio, halla su inserción la personalidad de Sor Juana.
Hay dos fuentes auténticas de las que extraer motivos sobre su vida:
Respuesta a Sor Filotea de la Cruz realizada por Sor Juana en 1691;
Vida de Sor Juana Inés de la Cruz biografía realizada por padre Diego Calleja
y publicada en Madrid en 1700. Para el jesuita la vida de Sor Juana es un
gradual ascenso hacia la santidad y cuando percibe alguna contradicción
entre su modelo ideal de vida santa y lo que ella dice en la obra, intenta
minimizar o esquiva el particular. Por esta razón la bibliografía ofrece una
imagen de la personalidad de nuestra monja en la que faltan muchos
aspectos.
Primer elemento característico de su personalidad es su condición de
mujer criolla. Esta parte de la población de Nueva España comparte con
los españoles las más altas cargas de la sociedad: el poder político y militar
es español; el económico es criollo; el religioso se comparte entre los dos.
A pesar de la condición privilegiada que tiene, el criollo desempeña un
papel caracterizado por la ambigüedad: es español pero al mismo tiempo
no lo es; considera suya y al mismo tiempo ajena la tierra donde ha nacido
y en la que será enterrado. El criollo está animado por un patriotismo
contradictorio: amor hacia la tierra de ultramar junto al amor hacia la
tierra en que vive. Se siente confusamente heredero del imperio español y
del indio; sabe entonces de la misma manera exaltar el imperio hispano y
aborrecer a los españoles, como glorificar el pasado indio y despreciar a
Sor Juana Inés de la Cruz: la mujer y la monja
9
los indios. Resultado es la condición de “inseguridad psíquica” en la que
viven los criollos: no se sienten como la confirmación de la universalidad
que encarna cada ser humano, sino como la excepción que cada uno
encarna. De la misma inseguridad sufre también Sor Juana, pero como Paz
subraya, en nuestra monja la inseguridad hunde sus raíces además que en
su origen criolla, en las circunstancias sociales en las que se encuentra es
decir irregularidad de nacimiento, condiciones económicas no favorables y
sobre todo ausencia de familia.
Los sueños y las aspiraciones criollas, es decir la necesidad de arraigarse a
la tierra mexicana y su fidelidad a la corona española, su fe católica y su
ansia de legitimar su presencia en el mundo que acaba de ser bautizado,
tienen la posibilidad de ser formulados y expresados solo gracias a la
presencia en Nueva España de la Compañía de Jesús.
Ya desde su niñez Juana tiene una vida muy particular: su madre no está
casada y Juana no conoce a su padre o le ve por última vez a los 5/6 años,
el día en que se va definitivamente de su casa. Juana es hija ilegitima. En
efecto, hasta que está fuera del convento usa el apellido de su madre.
La niña manifiesta pronto su curiosidad hacia lo que pasa dentro de si,
como hacia lo que pasa en el mundo. A los 3 años se va con su hermana
mayor a la Amiga y se enciende de tal manera su deseo de aprender a leer
que “engañando, a mi parecer, a la maestra le dije que mi madre ordenaba que
diese lección”
6
.
Beatriz Pastor
7
subraya como en su infancia Juana tiene el primer acceso
al conocimiento y ya se asocia con la desobediencia. Cree que está
desobedeciendo a su madre al ir a aprender a leer; y que tiene que engañar
a la maestra para que le enseñe. Juana empieza así a considerarse como ser
6
J. Inés de la Cruz, Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, Ediciones y distribuciones hispánicas,
México (1988), pp. 32;
7
B. Pastor, Del Circulo a la espiral: claves del pensamiento utópico, en “Anales de Literatura
Hispanoamericana”, XXIV, Madrid (1995);
Sor Juana Inés de la Cruz: la mujer y la monja
10
inferior que no tiene la edad para aprender y asocia el acceso al
conocimiento a la trasgresión. Mentira y desobediencia no son los únicos
elementos negativos con que se asocia en la memoria de la niña este
primer contacto con el conocimiento, porque a ellos se añade la ansiedad
de Juana ante su trasgresión y el miedo a un castigo que parece inevitable:
“y yo callé creyendo que me azotarían por haberlo hecho sin orden”
8
Se nos presenta, en esta ocasión también la diferenciación u obstáculo
debido a su sexo: la Amiga es una escuela especial para mujeres donde se
enseña sobre todo a rezar, coser y bordar, además que a leer y escribir;
mientras las Escuelas son exclusivamente para los varones.
Después de pocos años Juana oye decir que existen Escuelas y
Universidades en México, donde se enseñan las ciencias. Son claramente
solo para los hombres.
Ella intenta superar a los 6/7 años el obstáculo representado por su
feminidad así como su ingenuidad le sugiere: “empecé a matar a mi madre
(…) sobre que mudándome de traje me enviara a México (…) para estudiar y
cursar la Universidad”
9
. Como todas las niñas es golosa y vanidosa, pero
sabe renunciar a mucho por amor de las letras. Cuenta en la Respuesta a Sor
Filotea de la Cruz que no come queso “porque oí decir que hacia rudos”
10
o que
cuando empieza a estudiar gramática se corta el pelo si por la fecha que ha
elegido no ha aprendido lo que ella misma ha establecido porque “no me
parecía razón que estuviese vestida de cabellos cabeza tan desnuda de noticias, que
era más apetecible adorno.”
11
8
J. Inés de la Cruz, ob. cit., pp. 33;
9
J. Inés de la Cruz, ob. cit., pp. 33;
10
J. Inés de la Cruz, ob. cit., p. 33;
11
J. Inés de la Cruz, ob. cit., p. 34;
Sor Juana Inés de la Cruz: la mujer y la monja
11
Con Beatriz Pastor podemos subrayar otro elemento que se asocia a los
primeros contacto de la niña con el conocimiento: la privación. Se da
cuenta que el conocimiento tiene un precio: la renuncia del placer.
El deseo de saber se va perfilando en toda la intransigencia con la que se
manifestará en su madurez: es evidente que no es un deseo entre otros,
sino EL deseo, cuya satisfacción se antepone a cualquier otra necesidad.
Demostración de esta prioridad es también el acto de cortarse el pelo: un
sacrificio relevante para una mujer.
Este gesto tiene al mismo tiempo un interesante sentido simbólico: lo de
cortarse el pelo es en realidad un ritual de mutilación simbólica que
transforma la visión de la mujer. Tradicionalmente considerada un
individuo que privilegia la belleza sobre la inteligencia, por medio de este
gesto sacrifica la belleza a un valor mucho más elevado: la inteligencia;
renuncia al adorno estético en favor del saber. El corte del pelo es
simbólicamente significativo porque el pelo largo es el elemento
característico de la mujer, es símbolo de la diferencia entre los dos sexos y
renunciar a él prefigura una renuncia más amplia en la vida de la mujer
sabia: a la sexualidad, a la maternidad; a todo el mundo femenino así
como en efecto pasará a Sor Juana.
De gran relieve para entender la personalidad de Juana es también la
relación con su padre. Ella no habla nunca de Pedro de Asbaje, sino para
referirse a su origen vasca. Es imposible que Juana no sabe que su padre es
un ausente que nunca regresará: un género de ausencia definitiva,
entonces comparable a la muerte. En su vida la figura de Asbaje llega a ser
legendaria, porque como todos los amados que abandonan no es
simplemente ausente sino un fantasma. En la mente de Juana se establece
una relación particular con esta figura: siente hacia él resentimiento pero
al mismo tiempo secreta admiración. De los poemas amorosos de Sor
Juana sobresale un aspecto profundamente ligado a esta característica: el
Sor Juana Inés de la Cruz: la mujer y la monja
12
ser amado nunca es una figura concreta sino siempre una imagen, un ser
de humo, una sombra ceñida por la memoria y el deseo. Con Paz se puede
subrayar la existencia de una doble transgresión en la personalidad de
Juana por lo que atañe las relaciones con sus padres: Juana mata a su
padre en el sueño (así como pasa frecuentemente en la mente de quien ha
sido abandonado, niño o amante que sea) y lo entierra en el silencio. Es
esta la primera forma de transgresión porque, así como requieren los
códigos freudianos, las niñas deberían matar la imagen de la madre y
sustituirse a ella para afirmar su feminidad. Este acontecimiento en
cambio lleva Juana a asumir la imagen masculina. En un segundo
momento, esta misma imagen es negada por su personalidad psíquica
porque ella convierte la imagen del fantasma de su padre en la de su
marido muerto; se ve como la viuda de este hombre: es decir su madre. Se
realiza así la identificación de Juana con su madre: la sustituye en su
aparente condición de viuda. Solo ahora Juana puede afirmar su
feminidad. No hay que olvidar que la sustitución tiene lugar cuando Juana
toma el velo y el convento desde este punto de vista no es renuncia sino
transmutación: la monja se hace poetisa y por medio de la poesía resucita
a los muertos y los une en matrimonio.
La figura de su padre (el fantasma) se completa con la en carne y huesos
del padrastro, Ruiz Lozano, que Juana ve como un usurpador de los
espacios de la casa propios de su padre y la del abuelo materno; mientras
que su madre representa la realidad encarnada, la presencia terrena: es
una realidad que funde los dos opuestos (fantasma y presencia concreta)
pero no a nivel espiritual sino físico.
Si es verdad que las dos mujeres son núbiles pero al mismo tiempo
fecundas; es también verdad que las criaturas de Doña Isabel son
mortales, mientras las de Juana son intelectuales.
Sor Juana Inés de la Cruz: la mujer y la monja
13
Por lo que atañe las imágenes de virilidad en cambio, ellas representan, en
la fantasía de Juana, respectivamente la pasividad (su padre) y la actividad
(el padrastro); mientras el abuelo, que es virilidad pacificada, representa la
sublimación de la sexualidad masculina. La figura del abuelo, tiene relieve
también porque la virilidad es vida que genera vida sujeta al tiempo; en
cambio él tiene otra riqueza: la biblioteca cuyos libros no están sujetos al
tiempo, ni mueren.
Este lugar de su casa tiene gran importancia por Juana porque allí empieza
sus estudios y además porque los libros, propiedad exclusiva del hombre,
le abren un mundo nuevo en el que no puede entrar ninguna mujer de su
familia. Es un refugio donde Juana se halla sin el fantasma de su padre ni
las figuras concretas de su casa, ni tampoco las relaciones conflictuales que
tiene con ellas. Según las convenciones sociales de su época, el saber no es
accesible a las mujeres; se puede ver entonces en Juana ya una primera
forma de trasgresión: en su caso el conocimiento es trasgresión y la
trasgresión es a su vez virilización. Si observamos a Juana en el curso de
su vida vemos como niña quiere vestirse de hombre para irse a la
Universidad; joven esconde su sexualidad debajo del traje de monja;
adulta se identifica con el Faetón en el Primero Sueño. La virilización de Sor
Juana es sobre todo social: llegar al tesoro de la biblioteca es trasgresión
por una mujer pero seguramente no por sus características biológicas sino
por las reglas impuestas por la sociedad en la que vive.
Beatriz Pastor nos muestra en cambio la condición de Juana que quiere
apoderarse de este tesoro acumulado exclusivamente para los hombres,
como la de cualquier ladrón que tiene que disfrazarse para llegar a su
objetivo. El disfraz que la sociedad impone a Sor Juana es el de la
virilidad, así como la misma sociedad le impone la profesión religiosa.
Sor Juana Inés de la Cruz: la mujer y la monja
14
A este aspecto se junta la primera experiencia de soledad que será un
elemento característico de toda su vida. La condición del lector es ya
normalmente de soledad con su libro, en el caso de Juana es doblada
porque se le añade la de “mujer autodidacta”. La misma doble soledad
sigue manifestándose también en el convento cuando, como se puede leer
en la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz: “Volví (…) a la estudiosa tarea de leer y
más leer, de estudiar y más estudiar, sin más maestro que los mismos libros.”
12
o
más adelante cuando dice “(…) el sumo trabajo no solo de carecer en maestro
sino de condiscípulos con quienes ejercitar lo estudiado, teniendo sólo por maestro
un libro mudo y por condiscípulo un tintero insensible”
13
Algunos estudiosos de Sor Juana han afirmado por esto que en el
convento se recrea la misma atmósfera que Juana ha vivido el la biblioteca
de su abuelo materno.
Antes de llevar al convento, aunque no lo mencione en la Respuesta, Juana
trascurre los años de su adolescencia en la Corte de los Virreyes, donde la
envían sus tíos: los Mata, como dama de compañía de la virreina Leonor
Carreto. En estos años participa a todos los rituales mundanos de la corte
donde tiene una posición brillante debida a su belleza, su discreción, su
elegancia pero sobre todo a su inteligencia y su saber; mientras no es
envidiable su condición de hija ilegitima y pobre. Excusado es decir que la
Corte pueda ofrecerle una posibilidad de matrimonio; en efecto en el XVII
matrimonio y amor son dos cosas distintas. El matrimonio está
generalmente organizado por las familias de los jóvenes teniendo en
cuenta solo aspectos económicos y sociales; mientras el amor es algo que
se experimenta afuera de las relaciones conyúgales. Situación ejemplar
podrían ser los “galanteos de palacio” a los que Juana participa y que le
enseñan lo que es el lenguaje del amor, sus situaciones; lo que demostrará
12
J. Inés de la Cruz, ob. cit., p. 35;
13
J. Inés de la Cruz, ob. cit., p. 40;