La traducción de los elementos culturales del español al italiano en Manolito Gafotas

Manolito Gafotas se coloca en el panorama de la literatura infantil y juvenil (LIJ). En las novelas que forman la colección se narra la vida diaria de un niño, Manolito, que lleva gafas y que vive en el barrio madrileño de Carabanchel Alto.
Antes de iniciar con nuestro análisis, queremos destacar la originalidad de esta obra en el panorama de la literatura infantil y juvenil. El punto fuerte está en su lenguaje, un lenguaje coloquial y expresivo, inventado, en gran parte, por la misma autora, con el que Manolito se dirige a un interlocutor imaginario al que trata de tú a tú. Manolito nos cuenta en presente y en primera persona todo lo que le pasa en la vida y por la cabeza de una manera muy espontánea, carismática y sin filtros. Según las palabras de la misma Elvira Lindo, Manolito es “un personaje que vive en un paisaje real, pero con la cabeza llena de fantasías” (1998). No hay una trama definida, sino que página tras página nos encontramos con situaciones triviales que se vuelven divertidas al verlas a través de los ojos de Manolito y, sobre todo, su soltura para narrarlas. Este tipo de lenguaje sirve, por un lado, a hacer creíble el discurso principal; por otro, nos transmite de forma crítica, la realidad, descrita por el protagonista de forma libre y desinhibida. En otras palabras, Manolito dispone de la libertad de decir lo que los adultos no pueden. Por lo tanto, podemos afirmar que esta obra está dirigida tanto a niños como a adultos, ya que solo estos últimos pueden comprender el fondo irónico y paródico que el texto ofrece.
Pasando a las cuestiones que atañen a la traducción, traducir literatura infantil y juvenil no es lo mismo que traducir literatura “para adultos”, porque la LIJ “es una literatura definida por el receptor [...] más que por sus características mismas de estructura, vocabulario, recursos estilísticos, personajes o temas” (Abós 1997: 359).
En otros géneros existe la posibilidad, ya enunciada por Schleiermacher (1813), de dejar “tranquilo” al autor y conducir al lector hacia él. Pero, en el caso de la LIJ, creemos que esto no sea posible, porque los niños y los jóvenes leen solo lo que les gusta y les cautiva; por esta razón, el texto meta debe ser, ante todo, aceptable y lo más natural posible. El otro aspecto que se tiene que considerar es la limitada experiencia del mundo que un niño tiene, como también el escaso bagaje cultural y literario que hace difícil la comprensión de muchos referentes culturales.